domingo, 6 de julio de 2008

Realidad y flexiguridad

Se está poniendo muy de moda el término flexiguridad. Otra palabra más. Otra panacea más. La verdad es que desde muy pequeño he tenido la sensación de que algunas palabras venían de vez en cuando a quitarme algo. La palabra deberes me quitó mucho rato para jugar, luego vino castigo y eso ya significó no jugar nada. Las palabras follar y coño me hicieron pasar largos ratos espiando el rostro de mi madre para poder entender el misterio de su doble vida, madre y mujer. De pronto, cuando a eso de los trece o catorce años las chicas me llamaban amigo, yo intuí que esa palabra me excluía de muchas otras cosas que seguramente hubiera agradecido más y, sin que yo pudiera darme cuenta a tiempo, un buen día se hizo omnipresente en mi vida la palabra realidad: verdadera bomba atómica que destruyó todos mis mundos de ensueño, todas esas tardes leyendo y reinventando las historias que leía, todos esos refugios en donde yo controlaba las palabras, las elegía y las hacía jugar conmigo. La palabra realidad vestía uniforme y taconeaba con fuerza a ritmo de oca en mis sienes. Con ella se trajo todo un ejercito de acólitos: necesidad, razón, interés, verdad…y también: obligación, moral, error, pecado… Unas ocuparon el estrado de los tecnócratas y otras el de los ideólogos en el Gran Congreso de lo que Es. La invasión de términos ha seguido a lo largo de mi vida, entrepuertas y escaleras; unas palabras han ido ocupando el protagonismo de otras, pero todas han ido quedando en el estante de los recuerdos como palabras trampa que han intentado conformar, y lo han conseguido en muchos casos, una realidad en función de los intereses de algunos.

La nueva palabra invasora es flexiguridad. Hace referencia a la política de empleo danesa que combina el despido libre con unas sólidas prestaciones estatales de desempleo. En Dinamarca esto parece funcionar bien, eso dicen ellos. Aquí también nos lo están diciendo: la flexiguridad permite una agilidad al empresario y una mayor productividad. No nos dicen que nuestra estructura social no tiene nada que ver con la danesa, ni que en Dinamarca se pagan unos impuestos progresivos lo suficientemente abultados para sostener estas prestaciones, sin que el fraude fiscal sea lo significativo que es en países como España. No nos hablan del sistema de formación laboral que disfrutan en Dinamarca, ni nos dicen qué estructura se crearía aquí para poder hacer frente a la segunda parte de la palabra: la seguridad. Estamos ante una palabra calcetín que envuelve un callo muy difícil de soportar: la flexibilidad labora pura y dura.

Más información:

http://www.flexiseguridad.es/
http://insight.iese.edu/es/doc.asp?id=00832&ar=7: Artículo en la Universidad de Navarra
http://www.otromundoesposible.com/?p=1726: Otro Mundo es Posible nos muestras las ponencias sobre el tema que PSOE y PP han presentado en sus respectivos congresos.
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=45625: Artículo sobre la cuestión.
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