viernes, 10 de abril de 2009

Vida muerta

Había cuatro palabras que no se podían nombrar y cinco que sólo se podían recordar, pero las demás se podían utilizar siempre que se quisiera, tantas veces como las soñáramos o incluso pretendiéramos soñar. Llevaba quince años (¿o eran veinte?) encerrado en el mismo cuartucho infausto, sólo amueblado con un catre, un retrete y una mesa donde reposaba la máquina de escribir, lettera 96, que tanto me extrañó encontrar cuando me arrojaron sin miramientos sobre las baldosas desgastadas del calabozo. Desde entonces todo había sido el mismo día continuo sólo interrumpido por mis necesidades fisiológicas y por la conclusión de cada uno de los textos de 4350 caracteres que desde el primer día me obligaron a redactar.

Nunca me dieron instrucciones claras, simplemente me ordenaron escribir si quería comer, luego a base de golpes intuí lo que hacía mal y más tarde, cuando ya parecía hacerlo bien, uno de mis carceleros me anunció desde el ventanuco de la celda que la próxima vez que no lo hiciera suficientemente bien me cortarían la cabeza. Lo dijo con tanta naturalidad que un frío estropajoso se me introdujo en el bajo estómago. Supe que estaba muerto, que nunca podría salir de este oscuro agujero con vida, entre otras cosas porque ya no tenía vida ni sentimientos ni nada que se le pareciera.

Sólo tenía palabras que no eran mías, palabras malditas dictadas por el miedo y la urgencia de ponerlas en fila para que hablaran de lo que otros querían que hablasen, para que dijeran lo que ellos esperaban sin saber nunca, ni ellos siquiera, lo que esperaban. Ellos querían que construyera la realidad. Con cada palabra, con cada letra, con cada chasquido de cada tecla hasta sumar las 4350 veces que mis dedos pulsaban el mecanismo para crear un mundo que no existía para que vivieran o soñaran o se engañaran o murieran seres que no sé si eran o son.

Nadie podrá nunca imaginar la tortura que supone el miedo a que una palabra mal elegida o un punto y coma en un lugar inesperado convierta esa realidad en la realidad de tu cabeza cortada y tu vida, esta insoportable vida que vive de inventar vida muerta, ya no tenga nada que ver con mis propios pensamientos, con la maravillosa vida que me fluye de las entrelíneas y convierte la tortura en ensueños y gozos que ninguno de los que me vigilaban podría nunca sospechar.

Al principio cada pulsación de cada tecla era un helor de miedo que me sudaba las yemas de los dedos hasta hacerlas resbalar y confundir la tecla, con el sinvivir que ello conllevaba. Poco a poco la costumbre fue convirtiendo al miedo en temor y luego en simple cuidado de no caer en la desidia, la rutina. De intentar construir la realidad llegué a aprender que ésta no existe, sólo se pretende. Así me fue fácil concluir que el peligro de mi existencia venía no tanto de lo que pudiera escribir, sino de lo que en ningún modo podía escribir. Las cosas escritas parecen tan reales que a veces son difíciles de explicar, pero me gustaría que vosotros, lectores siempre engañados por las realidades que os construyen, pudierais alcanzar a entender cuán importante fue para mí descubrir que mi salvación dependía de darles a mis carceleros la realidad que ellos esperaban y mi libertad, a la vez, dependía de que ellos esperaran en todo momento la realidad que yo les construía. No fue fácil.

Pero poco a poco, letra a letra, fui construyendo la realidad que yo quería para ellos: fui cambiando el orden de las cosas, de las palabras, de forma imperceptible hasta que esperaron convencidos y entrañablemente tranquilos que mis abajos pasaran a estar siempre arriba y que mis cielos se poblaran de demonios deseosos de hacer el bien incluso a aquellos a los que torturábamos. Cambié el tamaño y el color de las cosas, los árboles dejaron de ser árboles y se convirtieron en peces de colores que amueblaban nuestras mentes de líquidos fosilizados colgados de nuestros lacrimales como relojes blandos marcando las horas al revés. Fue mucho más fácil con los años convertir los adentros en afueras, los poderes en ruegos, los cientos en miles o los pasados en futuros. Cada palabra pasó a tener los suficientes significados para que no significara más que lo que yo quería que significase, cada línea se dibujaba a sí misma en un plano secreto que sólo se hacía visible en mi pensamiento, cada día mi vida vivía un poco más de ellos y ellos vivían un poco más por mí. Con el tiempo me fue fácil encerrarlos en mi mazmorra y ponerlos a escribir este texto.

(Como banda sonora de este cuentecillo nada mejor que la música de Kronos Quartet y Clint Mansell en la magnífica película de Darren Aronofsky “Requiem for a Dream”.

Edito para cambiar la secuencia inicial ya que el autor no permite su reproducción, una cosa extraña ya que él ha utilizado para su edición el material y la música de la película sin consultar al autor primigenio; en fin, cada uno es dueño de lo poco que puede tener.

En su lugar pongo este montaje donde la música cobra todo su protagonismo. También os añado éste enlace, donde podréis ver la peli en streaming, aunque, como siempre, os recomiendo que la veáis en un cine a oscuritas y con todos los sentidos puestos a remojar.

Yo la vi anoche mismo para refrescarla y todavía estoy metido en su burbuja: es una película impresionantemente bien montada, de Aronofsky claro. A destacar el montaje alterno que se llega a ramificar en cada uno de los personajes principales, la inmensa soledad, cómo los personajes intentan agarrarse a la esperanza o a las ilusiones pasadas y cómo inexorablemente, sin que ninguno de ellos tenga consciencia de momento siguiente, sus vidas degeneran. Me quedo con el vestido rojo de la madre y, magnífico, el grupito de vecinas tomando el sol en la calle. También apuntar cómo se ponen en paralelo los efectos de diversas drogas, tanto las ilegales como las admitidas por la medicina o la misma televisión como enajenante mental. Preciosa película para las almas que la puedan soportar.

Esta entrada ya son dos, pero es que no me puedo resistir, esta peli me ha atrapado, no sé si volverla a ver ahora mismo)


(Más información:

Darren Aronofsky:

http://darrenaronofsky.com/DA.html

http://es.wikipedia.org/wiki/Darren_Aronofsky

http://www.imdb.com/name/nm0004716/

Requiem for a Dream:

http://www.babab.com/no08/requiem.htm (genial crítica de Sergi Puertas, antiguo compañero de Delito que se está haciendo mayor muy bien, quién lo iba a pensar)

http://www.requiemforadream.com/

http://es.wikipedia.org/wiki/Requiem_por_un_sue%C3%B1o

http://www.imdb.com/title/tt0180093/

http://www.bsospirit.com/comentarios/requiemdream.php

Kronos Quartet:

http://www.kronosquartet.org/

http://es.wikipedia.org/wiki/Kronos_Quartet

Clint Mansell:

http://www.myspace.com/mansellclint

http://es.wikipedia.org/wiki/Clint_Mansell)

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jueves, 9 de abril de 2009

Lo que nos pasa a los que pensamos que lo que nos pasa sólo nos pasa a los que nos pasa.

Alejandro Pérez es un cineasta que ha hecho un corto sobre el proceso creativo y la meta referencialidad. Es una idea o simple onanismo, no sé. Se ha llevado el premio del público en el certamen de cortos de notodofilmfest, lo que no necesariamente quiere decir que no sea bueno. Si queréis más información visitar la página del autor, pero, mejor, antes visionar el video.


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