sábado, 20 de diciembre de 2008

El clima en Ulán-Bator

Me ha llegado este powerpoint con fotos de Mongolia. Mongolia es un país de cuando yo era pequeño, muy lejano y extraño, lleno de pastores y sangrientos guerreros a caballo. También es un país con clima, claro. Me salió en un examen de geografía hace muchos años: clima de Ulán-Bator. Según la clasificación climática de Köppen, que se basa en temperaturas y precipitaciones, se trata de un clima templado frío de verano frío en el que no se alcanzan los 22ºc. (Dwc), con invierno seco y muy frío, con temperaturas medias que no rebasan los 10º durante 8 meses al año. Ya véis. Por supuesto estos datos los acabo de sacar de la wikipedia porque ni siquiera creo que los supiese aquel día del examen. Lo de Ulán-Bator no se me ha olvidado nunca y me viene a la cabeza, asociado a esa prueba, con cierta asiduidad. Es un nombre bonito, como de balneario con burguesía decadente al estilo de Chéjov o del mismo Doctoievsky. Es un nombre de película con tonos sienas y ocres, con campesinas de piel endurecida por el viento y esperanzas idas con él. Sí, yo creo que en Ulán-Bator hará mucho viento.

Pero lo importante son las fotos. Son muy bonitas. Si pulsáis en la esquina inferior de vuestra derecha podréis verlas en pantalla completa.

Mongolia(Yen)
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jueves, 18 de diciembre de 2008

De deseos y finales

Quizás sea casualidad, quizás sólo sea el destino, pero hoy me ha ocurrido algo que quiero reseñar:

Estaba frente a una fotocopiadora, de esas que grapan y todo, haciendo fotocopias, cuando de pronto he oído a mis espaldas un: "hola, ¿tienes para mucho?", yo he contestado que para un ratito y me he girado con una sonrisa oblícua. Se trataba de un hombre que andaría por los mismos años que yo y que abrigaba su aspecto triste y un tanto desaliñado con una sonrisa que parecía estar aprendiendo a andar. Me dijo: "Si no te importa espero a que termines" a lo que yo capoteé con un "claro que no".

Durante unos minutos; mi ratito era más bien largo; siguió una conversación de frases cortas e inconexas, de esas que se dejan caer con la esperanza de que llenen un hueco en el que sólo caben el flojo desdén y el hastío, pero, cuando me estaba peleando con el undécimo enganche de papel de la fotocopiadora, de sopetón el tipo soltó una frase que me desconcertó: "Hoy he hablado con ella", me dijo, a lo que yo sólo pude balbucir un "¿cómo?, ¿con quién?" que no tuvo ninguna respuesta pues el tipo había empezado un monólogo del que el receptor, yo, no era más que una simple pared donde acolchar su eco:

"La he llamado por motivos de trabajo, pero en realidad lo único que quería era volver a escuchar su voz. Tenía mucho miedo, el corazón se me desbocaba debajo de la voz neutra que he puesto para que no notara el más mínimo sentimiento, porque si lo hacía me volvería a colgar. Le he preguntado por su salud, por sus hijos, por el trabajo, y me ha contestado a todo que bien, pero sin entusiasmo, con ese "bien" que se dice para dejarte claro que las cosas no van bien, o no tan bien como quisieras, pero, ¿qué le vas a hacer?, lo soportarás, y, en todo caso, si no lo soporta ya no soy yo la persona adecuada para presenciarlo, para saberlo, que no lo soporta. Se ha convertido, me he convertido, en ese otro al que se le dicen las cosas convenientes, los lugares comunes, las cosas como deben ser, no como se sienten. Pero yo, ¿qué quieres que te diga?, sí he notado sentimiento, muy allá al fondo de las aes y de los ¿estás bien?, bien, bien, pero he notado una pizquita de sentimiento. No me ha colgado, me ha hablado, se ha despedido deseándome felices fiestas. Como dios manda."

Han pasado tres segundos y cuando me he vuelto hacía él para inquirirle una continuación de su relato, el tipo ya no estaba. Me he reído un poco en silencio, pero en seguida me he librado de cualquier ironía o burla incapaz de tapar con su vacuidad los interrogantes con los que el extraño sujeto me había dejado. Terminé de fotocopiar y me di una vuelta por los pasillos y los despachos de mi planta y de otras plantas para ver si lo encontraba, decidido a que me contara toda la historia. No tuve suerte, no lo volví a ver. Pregunté por él, nadie me dió razón.

Cuando he llegado a casa he encontrado el video que os pongo a continuación. Es un corto, una buena historia. Un tipo, al parecer azarosamente, consigue un método para cumplir sus deseos, o parte de ellos. El agujero negro. Todo va bien hasta que él mismo es engullido por sus deseos. No me gusta el final "comme il faut", el final necesario para que el tipo pague por tener deseos. Me ha recordado al genio de la botella, ese que te concedía tres deseos y al final acababas convertido en camello o algo peor porque la cosa tenía su truco, su trampa. Me he acordado también de las pelis americanas de final feliz, me he acordado del extraño amigo de la fotocopiadora, de la emoción que sentía de haber podido hablar con la chica, de que no le hubiera colgado. He pensado en los deseos, en los del tipo, en qué habían acabado, en un simple escuchar una voz. Me he preguntado por los deseos que tendría al principio de toda esta historia que yo aún no sé. Mañana seguiré buscando, y pasado, hasta que lo encuentre. Le preguntaré por la historia, me la contará. Seré su agujero negro.




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